El parto y su influencia en la lactancia y como puede ayudar la Técnica Cráneo-Sacra. Relactador.

La Técnica Cráneo-Sacra Pediátrica está acompañando, cada día más, a las mamás y a sus bebés en la maravillosa etapa de la lactancia.

En estos casi 20 años de trabajo con la cnica Cráneo-Sacra Pediátrica, una frase escuchada muchas veces de las mamás me hizo preguntarme cómo ayudarlas emocionalmente en la etapa de la lactancia: “No sé qué puedo estar haciendo mal porque mi bebé cuando nació estaba bien y ahora que estoy sola con él, va peor con la lactancia”. Esta frase nos muestra la carga emocional con que muchas mamás viven los problemas de la lactancia, y nos pone en evidencia ‘el problema que está por debajo del problema’: la falta de información sobre la mecánica craneal del bebé y su influencia sobre la lactancia. Para apoyar emocionalmente a las mamás las ayudaremos a entender algunas de las posibles influencias estructurales del parto sobre el cráneo de su bebé.

Simplificando la anatomía para amenizar la lectura,
las acompañaremos en un viaje al cráneo del bebé en el momento del parto.

La cabeza del bebé cuenta con la ‘capacidad plástica’ de modelarse, es decir, de hacerse ‘un poquito más pequeña’ para pasar por el canal del parto sin hacerle daño ni a su mamá ni a su propia cabecita. Esta ‘capacidad plástica’ es posible principalmente porque sus huesecitos aún cuentan con un espacio entre ellos: parte de estos espacios reciben el nombre de suturas y otras partes conforman las conocidas fontanelas. Ahora bien, aquí empieza lo curioso: si miramos a un bebé, y si describimos de forma muy sencilla su anatomía craneal desde fuera hacia dentro tenemos: pelo, piel, huesos y justo entre sus huesos y su cerebro, la llave del tema que nos ocupa: las meninges.

Esas membranas llamadas meninges (duramadre, aracnoides y piamadre), forman un ingenioso sistema de protección para el cerebro y médula espinal del bebé, es decir, para su sistema nervioso. Para mejorar aún más este sistema de protección, la naturaleza dotó estas membranas de un pequeño espacio entre ellas (espacio subaracnoideo) para llenarlo de líquido. Así, los posibles impactos o compresiones sobre la cabeza del bebé son amortigüados al máximo. Este líquido amortiguador es el conocido quido cefalorraquídeo que es un ultrafiltrado de la sangre.

Desde el cerebro del bebé ‘sale’ un conjunto de 12 pares de nervios que tendrán que hacer un importante viaje a distintas partes del cuerpo. Estos nervios por lo tanto atravesarán el cerebro, las meninges, el líquido cefaloraquideo, los huesos y llegarán a la nariz, a los ojos, a los oídos, a la boca, a la lengua, a la garganta, a los músculos del cuello, a su sistema visceral, entre otros, siendo responsables de hacer funcionar el cuerpo y llevar información de vuelta al cerebro.

Imaginemos un bebé a punto de nacer por el estrecho canal del parto. Empiezan las contracciones del útero provocadas por la oxitocina, hormona natural de su madre, y su cabeza tiene que avanzar y adoptar muchas posturas para que pueda luego girar sus hombros y salir. Toda esta mecánica va a promover sobre la cabeza del bebé y su cuerpo un intenso masaje compresivo, y estas compresiones, además de ser amortigüadas, estimularán su sistema craneal. Ahora bien, si en este proceso de parto han adelantado su salida tirando de su cabeza con un fórceps, una ventosa o, simplemente, tirando de su mandíbula y su base de cráneo, pensad en toda la tracción o compactación que se ejercerá sobre las suturas o fontanelas (espacio entre los huesos y, por lo tanto, sobre las meninges y la salida de muchos de los nervios). Si tiramos del bebé, tiramos de todo: desde sus huesos, sus membranas, sus nervios, sus hombros, su cuello, su columna, su pelvis, sus piernas hasta sus pies, poniendo todo en tensión. Si se introdujo oxitocina artificial tendremos probablemente unas contracciones mucho más rápidas, donde el bebé puede que no tenga tiempo suficiente para cambiar la posición de la cabeza y la compresión sobre su cráneo será aún mayor. Podemos encontrarnos con una vuelta de cordón sobre su cuello donde los nervios que llegan a la musculatura del cuello, o las que inervan sus vísceras se podrán ver afectados, dando sintomatologías como tortícolis, cólicos, una mandíbula que no abre bien.

Así que acciones como estas pueden hacer que un lagrimal se quede impactado, que un ojito se quede más cerrado que el otro, que los dientes tarden en romper las encías para salir, que un paladar no pueda abrirse bien con los años presentando así un paladar orgival, unos testículos que no bajan, un andar en puntillas y tantas cosas más. Si el parto tuvo que terminar en una cesárea, entonces nos encontramos con un cambio de presión mucho mayor que si saliera por el canal vaginal. Este cambio brusco de presión al cortar el útero puede producir una tensión en las membranas de su cráneo por una rápida expansión en lugar de la esperada compresión. Una vez más el parto puede hacer que los bebés, también emocionalmente, encuentren dificultades a posteriori cuando escuchan ruidos altos, cuando queremos pasar su cabeza por el agujero de su camisetita, pueden no soportar lugares estrechos o simplemente que la experiencia sea tan superior a ellos que cuando experimenten terminar alguna tarea, su sistema nervioso les recuerde lo aprendido: que no lo pueden hacer solos. Aprendieron que en la vida siempre alguien tiene que terminar lo que ellos empezaron.

Si sumamos a todo eso que en los primeros 6 meses de vida la cabeza del bebé crecerá 10 cm (de 33 cm a 43 cm, tardará otros 15 años en crecer otros 10 cm, de 43 cm a 53 cm), todas estas tensiones, procedentes del parto y que tal vez no se abordaron con eficacia en el primer momento, podrían cobrar fuerza más adelante, cuando el bebé se encuentra en los brazos de su madre. Si no hablamos de mecánica craneal, puede que las mamás sigan pensando que el problema está en ellas.

¿Cómo saber si su hijo/a puede estar necesitando Técnica Cráneo-Sacra Pediátrica (TCSP)?

¿Durante su embarazo o en el nacimiento de su bebé hubo…
…Una sensación de que su bebé se movía de una manera poco ‘habitual’: mucho o poco?
…Una ecografía que nos mostrara que el bebé estaba encajadito antes de tiempo?
…Parto programado?
…Anestesia epidural (hasta el punto de no sentir las contracciones)?
…Parto prematuro?
…Vuelta del cordón alrededor del cuello o cuerpo
…Sufrimiento fetal?
…Rotura  prematura de la bolsa?
…Uso de fórceps o ventosa?
…Presentaciones difíciles del bebé (de nalgas, de cara, con un brazo…)?
…Fuertes sensaciones de miedo, estrés, rabia, impotencia durante el embarazo o el parto?

Una vez lo ha tenido en sus brazos, ¿ha notado que…

…Respira con dificultad?
…Su cabecita parece asimétrica?
…Expulsa mucha saliva?
…Los dientes están tardando en salir?
…Lo ve demasiado excitado o demasiado quieto?
…Le cuesta succionar?
…Su médico le diagnosticó cólico de lactante?
…Al comer, vomita o regurgita con facilidad?
…Llora o se despierta mucho por la noche?
…Su médico le diagnosticó tortícolis congénita?
…Está estreñido/a?
…Busca apoyarse sobre el mismo lado o suele mirar casi siempre hacia el mismo lado?
…Suele echar la cabeza hacia atrás sin causa concreta, curvando mucho la columna?
…Cuando está en la cuna suele encontrarlo apoyando la cabecita contra los barrotes?
…Regurgita mucho después del biberón o de tomar el pecho?
…Tiene un ojo más cerrado que el otro?
…Tiene una oreja más salida que la otra?
…Su carita parece asimétrica?
…No soporta la silla del coche o tumbarse boca arriba?

¿Cómo puede ayudar la Técnica Cráneo-Sacra Pediátrica?

La Técnica Cráneo-Sacra fue desarrollada por el médico Dr. John E. Upledger y tiene sus raíces en el estudio de la Osteopatía Clásica del cráneo. El Dr. Upledger se dedicó desde los años 70 a explicar cómo, a través de un apoyo muy sutil sobre el cráneo (y otras partes del cuerpo), podemos activar las propiedades mecánicas de la fascia (las meninges), para que el cuerpo recupere su equilibrio, liberando compresiones y volviendo a su estado más óptimo.

El trabajo con la Técnica Cráneo-Sacra empieza con una escucha respetuosa de la historia que nos cuentan los papás sobre su bebé, y junto a esa historia, observamos al bebé, su entorno, sus movimientos, tocamos su cuerpo suavemente para valorarlo y trabajar con él. Explicamos lo que vamos a hacer tanto al bebé como a los padres. La base del trabajo es el vínculo seguro.

El cráneo del bebé es muy delicado, de modo que el trabajo es suave. Podemos trabajar sobre la camilla, con el bebé en los brazos de su mamá o papá, mientras está siendo amamantado o dormido. Podemos utilizar todos los recursos posibles: miradas, gestos, canciones, juguetes, silencio. Todo comportamiento es un mensaje. Todo mensaje es comunicación.

Las expresiones, tanto físicas como emocionales, del bebé y sus padres, son muy importantes,  y apoyamos cada una de ellas desde la escucha respetuosa. A veces el bebé necesita realizar los movimientos del proceso de su nacimiento que no pudo realizar por las circunstancias que fueran, a veces necesita expresarse a través del llanto. Por lo tanto, en cada sesión realizamos valoraciones, hipótesis de trabajo, volvemos a valorar y estamos, durante los siguientes días, compartiendo información con los papás sobre sus posibles cambios, proporcionado así una atención personalizada para que se sientan seguros.

Una de las más bellas cualidades de su bebé es su gran capacidad de adaptación. Con sus propios mecanismos de liberación y autocuración, y un poco de nuestra ayuda, podrá comenzar en la vida libre de tensiones para disfrutar del camino que tiene por delante.